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Salvar las Abejas para salvar la selva

  • Foto del escritor: Francisca Valencia
    Francisca Valencia
  • hace 7 días
  • 7 Min. de lectura
En Archidona, provincia de Napo, desde hace ocho años, opera un hospital que se dedica al cuidado de abejas sin aguijón, donde se protegen 19 especies distintas. Estos insectos cumplen un papel esencial en la conservación de la selva, ya que son responsables de la polinización de cientos de variedades de plantas, un proceso clave para el equilibrio del ecosistema. 

Abeja melipona grandis comiendo miel. Foto: Francisca Valencia  
Abeja melipona grandis comiendo miel. Foto: Francisca Valencia  

Según el Global Forest Watch, entre el 8 y el 15 de abril de 2025 se registraron 50.180 alertas de deforestación en Ecuador, que afectaron un total de 617 hectáreas. La tala de bosques, el uso de pesticidas, la minería y el cambio climático han puesto en riesgo a cientos de especies de abejas. Frente a esta devastación ambiental provocada por el ser humano, surge el Hospital de Abejas sin Aguijón (HASA), un proyecto que busca salvar a las especies que pocos conocen.  

 

Nace una solución en la selva  

Este proyecto emerge hace ocho años por iniciativa de una pareja: Jefferson Narváez y Aide Licuy. La idea nació ante la necesidad de proteger la biodiversidad amazónica Según el artículo Abejas y polinización: Claves para la Supervivencia humana y equilibrio ecológico las abejas han sido una de las especies más afectadas por la deforestación y el uso de agroquímicos. Para Aide y Jefferson, el problema radica en la falta de conocimiento. Por ello, su objetivo no es solo proteger las distintas especies de abejas, sino también concientizar a las familias del Napo sobre la existencia y el cuidado de las abejas sin aguijón.  


“Con este proyecto hemos beneficiado a más de 171 familias en toda la provincia de Napo, desde el cantón Quijos hasta Rosario de la Semana Torre”, comenta Jefferson. “A lo largo de estos años, hemos logrado rescatar más de mil colmenas. Aquí, en el hospital, manejamos 19 morfoespecies de abejas nativas sin aguijón. Y entre todas las familias, hemos identificado alrededor de 35 especies”, agrega. De esas 19 morfoespecies, solo cuatro —las más productivas— han sido analizadas mediante secuencias genéticas, en el marco de un proyecto impulsado por la Universidad Regional Amazónica Ikiam y la Fundación Kamana Pacha, con apoyo de identificaciones taxonómicas. Las demás siguen en proceso de validación, según permiten los recursos disponibles, pero ya se cuenta con un registro mínimo confirmado de 19 morfoespecies. 

  

La vida de un apicultor en la Amazonía no es solo trabajo, es un acto de dedicación diaria y profunda conexión con la naturaleza. Jefferson lo sabe bien: hay días en los que debe alimentar a las abejas una por una, con la mano, cuando las condiciones no permiten que salgan a recolectar néctar por sí mismas, o si la especie no puede conseguir el alimento que necesita. No se trata solo de mantenerlas con vida, sino de cuidarlas con respeto y conocimiento. Por eso, todas las familias que forman parte del proyecto han recibido capacitaciones detalladas sobre el manejo adecuado de las colmenas. Esta labor diaria, silenciosa y constante, es la base para que estas abejas únicas sigan polinizando la selva. 


 Según Camila Torres, coordinadora de la Fundación Kamana Pacha, no todas las especies pueden ser manejadas de la misma forma: “Hay abejas que anidan en el suelo o conviven con otras especies, como el género Scaura, que vive dentro de nidos de hormigas o comejenes. Otras, como algunas geotrigonas, ocupan agujeros en la tierra, y esas no se adaptan al manejo en cajas tecnificadas.” La diversidad de comportamientos y hábitats hace que cada especie requiera un conocimiento específico y un trato diferenciado. 

 

¿Por qué salvar abejas sin aguijón?  

Este refugio se encuentra a 184 km de distancia de Quito, en Archidona, un lugar con un clima cálido y húmedo. Un hospital con 19 especies de abejas sin aguijón se esconde detrás de lo que parece ser una tienda común. Las comunidades kichwa que cohabitan en esta zona, nombran a las diferentes especies dependiendo de su apariencia o la flor que polinizan. A la especie Melipona ebúrnea se le da el nombre de Sara mishky, sara significa maíz, es la flor que más polinizan y mishky significa dulce, debido al sabor de su miel. Otro ejemplo es la especie Tetragonisca Angustula que se le conoce como Mishky Chullumbu, por el pequeño tamaño de la abeja.    

Panal de abejas, Melipona credita. Foto: Francisca Valencia   
Panal de abejas, Melipona credita. Foto: Francisca Valencia   

Estas abejas se han adaptado a vivir en regiones tropicales y subtropicales; por eso, su hogar reside en la Amazonía. El aguijón en las abejas conocidas es el resultado de una modificación del ovipositor, una estructura destinada a poner huevos. El género de las abejas es Meliponini y estas evolucionaron de manera diferente; por lo tanto, no necesitaron desarrollar un aguijón. Estas encuentran distintas formas de defensa contra los depredadores, como morder o liberar feromonas.  


Esta especie puede presentarse en varios tamaños, colores y formas. Existen abejas que son de color amarillo y negro, como es lo común, pero también hay abejas completamente negras. Además, hay algunas que pueden ser consideradas grandes comparadas con una abeja normal, y otras que son casi imperceptibles. La belleza está en que cada abeja es única; incluso su miel cambia completamente de sabor. Al probar la miel, es evidente la diferencia, ya que algunas tienen un tinte de un sabor frutal, amaderado incluso avinagrado. El cambio del sabor depende tanto de las flores que son polinizadas, como también de la época en que está siendo polinizada.     

 

No se trata solo de biodiversidad, sino de soberanía alimentaria. El uso de abejas nativas como polinizadoras tiene un impacto directo en la producción de alimentos, tanto en cantidad como en calidad.      


Extracción de miel del panal de la especie de abeja Escapto trigona. Foto: Francisca Valencia.
Extracción de miel del panal de la especie de abeja Escapto trigona. Foto: Francisca Valencia.

Este proyecto aprovecha al máximo las propiedades de la miel, a pesar de su limitada producción mensual, que alcanza un máximo de cuatro litros. Esta cantidad, aunque modesta, es suficiente para elaborar productos que aportan nutrientes valiosos para la alimentación humana. Con el objetivo de darle valor agregado a la miel y sus derivados, el hospital de abejas comercializa sus propios productos, entre ellos tarros de miel a un precio de 15 dólares, así como una línea de cuidado de la piel elaborada con propóleo, que incluye sérums faciales, jabones y bálsamos labiales. Para poder llevar estos productos al mercado, están aliados con la marca ONATIV, una empresa especializada en cosmética natural, que les permite cumplir con los requisitos de venta, distribución y etiquetado. 

Orquídea que ciertas especies pueden polinizar. Foto: Francisca Valencia  
Orquídea que ciertas especies pueden polinizar. Foto: Francisca Valencia  

“Está demostrado en diversos estudios que el empleo de polinizadores como las abejas aumenta significativamente la producción de cualquier cultivo”, explica Zulema Vite, apicultura e investigadora mexicana con más de 20 años de experiencia en su artículo Abejas y Polinización: Claves para la supervivencia humana y el equilibrio ecológico. “Aunque no todas las plantas requieren en la misma medida de polinizadores animales, su uso mejora incluso la calidad de frutas y verduras”.  


Según un ensayo acerca de las abejas sin aguijón de la Revista Mexicana de Ciencias Agrícolas, en el mundo existen 20.000 especies de abejas; de ellas, unas 500 pertenecen a la tribu Meliponini, es decir, abejas sin aguijón. Estas son especialmente eficientes: la vibración que generan al polinizar asegura el éxito del proceso. “La eficiencia de polinización de cualquier flor que visitan es altísima, duplicando su producción”, explica Jefferson.  

 

Panal de la especie Melipona eburnea. Foto: Francisca Valencia
Panal de la especie Melipona eburnea. Foto: Francisca Valencia

  Una lucha contra múltiples amenazas  

La lucha de HASA no es aislada. Las abejas nativas enfrentan amenazas que van desde la deforestación hasta los efectos impredecibles del cambio climático.  

Zulema señala que la destrucción de hábitats es la principal causa de la disminución de polinizadores, al obligarlos a abandonar sus zonas tradicionales. A ello se suma la alteración de los ciclos de floración y la escasez de agua. “Las abejas no pueden recolectar los recursos que necesitan, y si no lo hacen, se mueren de hambre”, afirma Jefferson.  

  

La urgencia de políticas públicas  

En el 2020, el gobierno ecuatoriano publicó la “Guía de Buenas Prácticas Apícolas”. Este documento establece las normas técnicas y procedimiento para la producción apícola en Ecuador, con el objetivo de asegurar la inocuidad de los productos apícolas, proteger el ambiente, y garantizar la salud y seguridad de los trabajadores y comunidades cercanas.   

  

A pesar de su relevancia ecológica y económica, las políticas públicas para proteger los polinizadores en Ecuador aún son limitadas. El Reglamento de Sanidad Apícola de Agrocalidad (2020) reconoce la importancia de proteger la salud de las abejas, pero se centra en especies como Apis mellifera dejando de lado a las abejas nativas sin aguijón. En este contexto, proyectos como HASA reclaman el desarrollo de normativas específicas, programas de financiamiento e incentivos para su conservación, manejo y reproducción en comunidades locales.  

  

Camila Torres, coordinadora de la fundación Kamana Pacha, ha sido parte del mundo de las abejas por cuatro años. Esta fundación ayuda a proyectos relacionados con la conservación de la biodiversidad. De esta manera, ayudan al HASA para dar apoyo técnico a las comunidades del territorio en la provincia del Napo. “Además del apoyo técnico, el objetivo es tener combinación de los conocimientos ancestrales y la parte científica para enriquecer el conocimiento del cuidado de estas especies”, explica Camila. “Se trabaja con alternativas que sean utilizadas por la gente, para la gente y que estén adaptadas al territorio”.   

  

Una responsabilidad compartida  

La defensa de las abejas no es solo la responsabilidad de los científicos y los apicultores, también es una cuestión de ciudadanía.  Según Zulema, “el papel de los ciudadanos es fundamental. Las abejas han sido, son y seguirán siendo necesarias para lograr un equilibrio en nuestro medio ambiente. Debemos apreciarlas por el trabajo que realizan cada día en la producción de cultivos, de los cuales dependemos para sobrevivir”.  


  • Francisca Valencia tiene 19 años. Actualmente estudia Periodismo en la USFQ. Le apasiona el ambiente y promover el cuidado que se merece. 

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