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Foto del escritorFranklin Vega

La pesca en la Amazonía navega sin control

La captura de peces con barbasco, dinamita y agroquímicos es una actividad contaminante, pero común en los ríos amazónicos. De esto dan cuenta testimonios y estudios académicos; pero el Estado se entrampa entre las atribuciones de sus ministerios y nadie puede decir con certeza el verdadero daño que se está causando.

Paiche en una granja integrada de un agricultor en Pastaza. Foto: Elena Mejía


*Este reportaje se realizó como parte de la segunda edición del InvestigaTour Ecuador, organizado por Fundamedios, con apoyo y acompañamiento de The Nature Conservancy (TNC), Convoca Perú, Ecociencia y MapBiomas Amazonía.


Para decir mentiras y comer pescado, hay que tener cuidado. Sin embargo, cuidado es lo que menos existe sobre los ríos y sus peces en la Amazonía. En los mercados y puertos fluviales de Lago Agrio, Puerto Providencia, Coca, Tena, Puyo, Macas los testimonios dan cuenta de la falta de control a la pesca fluvial. El Estado, sumido en sus contradicciones burocráticas y de letreros, mira hacia otro lado.

 

En la práctica, en los ríos orientales se pesca con dinamita, barbasco y hasta agroquímicos, insecticidas nocivos para quien consuma ese pescado, incluidos los seres humanos. Así lo confirmó el estudio: ‘Unsustainable fishing in Amazonian Ecuador involving agrochemicals and explosives detected by media surveys and stakeholder perception’, de Ricardo Burgos, docente e investigador de la Universidad Estatal Amazónica, de Pastaza.

 

El título del documento en español es: ‘Pesca insostenible en el Ecuador amazónico con agroquímicos y explosivos, detectados por las encuestas de los medios de comunicación y la percepción de las partes interesadas’ y está disponible en este enlace: https://bit.ly/3OatxWR. 

 

Lo que más llama la atención de la publicación, realizada en septiembre del 2023, es que además de confirmar lo escuchado en los puertos amazónicos: uso de barbasco y dinamita; revela que para pescar también vierten agroquímicos tóxicos en los ríos. De esta forma los peces mueren, flotan y son recolectados para su consumo.

En las conclusiones del documento Burgos señala: “Los agroquímicos y explosivos identificados en la pesca de subsistencia en la región amazónica están en el siguiente orden descendente de uso: Rotenona, Palmarol, Nuvan, Methavin”.

 

El ingeniero agrónomo Julio De la Torre explica que el problema es que todos los insecticidas (como los detectados en el estudio) tienen algún grado de toxicidad. “Si se come un pescado con esa sustancia, se expone a envenenarse; si se lo aplica en un cultivo, hay periodos de carencia que deben respetarse, es decir, varios días que no se puede consumir ese alimento”.

 

Todo esto se da en medio de la mirada ausente del Estado. ¿Quién controla la pesca en agua dulce? ¿Quién vela por la calidad del agua, de los métodos de pesca y del cuidado en la distribución de estos alimentos? La entidad encargada de la “vigilancia y el control sanitario de productos de consumo humano” es la Agencia Nacional de Regulación, Control y Vigilancia Sanitaria (Arcsa). Sin embargo, sobre el uso de agroquímicos en la pesca, derivaron la consulta a la Agencia de Regulación y Control Fito y Zoosanitario (Agrocalidad).

 

A Agrocalidad le planteamos la siguiente pregunta: ¿Cómo se controla la venta de los agroquímicos: Rotenona, Palmarol, Nuvan, Methavin? Una tarea compleja, ya que la Rotenona se utiliza para el control de las plagas en cultivos populares en el Oriente, como la naranjilla. La respuesta de Agrocalidad, desde Quito, fue que esa institución controla el uso de agroquímicos únicamente en temas agrícolas. “Sobre la consulta específica se recomienda hablar con el Ministerio del Ambiente”.

 

Sin embargo, en las dependencias de Agrocalidad en la Amazonía, aseguraron que el control de la venta de los agroquímicos sí es de su competencia, pero la falta de personal les impide hacer controles permanentes en los locales donde se comercializan. “Hay agroquímicos que se venden con recetas de un ingeniero agrónomo y otras de un veterinario, cada almacén debe llevar una ficha de control de estos productos y presentarla cada mes en Agrocalidad”.

 

Solicitamos, por escrito, en enero del 2024, la versión del Ministerio del Ambiente, Agua y Transición Ecológica (MAATE) sobre el uso de agroquímicos para la pesca y los controles en las Áreas Protegidas, pero obtuvimos una respuesta parcial en la cual se enumeran los patrullajes realizados en el Cuyabeno y el Yasuní; sin embargo, no se menciona en el comunicado nada sobre la pesca con agroquímicos, ante lo cual insistimos en la pregunta. La nueva respuesta no ha llegado.

 

La Rotenona se utiliza para controlar el gusano barrenador en la naranjilla. No es para acuacultura, pero se utiliza para la pesca.

 

Robert Samaniego, agricultor y exfuncionario del Ministerio de Agricultura, confirma la falta de control para la pesca. Samaniego, quien vive en Macas (Morona Santiago), comenta: “Se escucha que aún utilizan dinamita y barbasco (Lonchocarpus spp) en los ríos cercanos y el problema con el uso de estos métodos es que se matan todo, los peces grandes y los pequeños, lo que puede utilizarse y lo que no”.

 

El barbasco es una planta emparentada con el fréjol, que se utiliza como un veneno para peces extremadamente eficaz. La sabia del barbasco se vierte en el agua y mata todos los peces, se la utiliza en ríos pequeños y con poca corriente para aumentar su efectividad. Sin embargo, como señala el ubishin (chaman o médico shuar) Juan Uyunkar, “todas las plantas pueden matar o curar, depende de la dosis”. Para el caso del barbasco, con esta planta desarrollaron la píldora anticonceptiva en la mitad del siglo pasado y se continúa utilizando como un insumo de pesca ilegal.

 

En el norte de la Amazonía, en Nuevo Rocafuerte, en la frontera con Perú, en el río Napo, a 12 horas en canoa del Puerto Francisco de Orellana (conocida popularmente como ‘El Coca’), Líber Macías, ingeniero agrónomo, describe un panorama similar. “Se sabe que se usa barbasco y no hay control. No hemos visto ni operativos ni decomisos de peces por parte del Ministerio del Ambiente o de la Subsecretaría de Pesca”.

 

Juan Carlos León, pescador deportivo de Puyo, también ha encontrado en sus viajes evidencias del uso de dinamita y de redes (conocidas como trasmallos) para pescar de forma indiscriminada. “A ocho horas en canoa de Puyo, se ve pesca con barbasco e incluso se conoce que usan dinamita. Antes, pescábamos en el río Napo, pero está demasiado contaminado y cada vez tenemos que ir más lejos”.

 

Una pesquería sin datos

 

En los mercados de Puyo, la capital de la provincial de Pastaza, a cinco horas de Quito, es más fácil encontrar pescado de mar, de la Costa —corvinas, dorados, toyos (tiburones)— que peces amazónicos. Un día de diciembre, la relación fue de 10 especies marinas frente a una amazónica; solo encontramos un ejemplar de bagre del Oriente.

 

Quien desee comer pescado amazónico debe tener conocidos que le avisen cuando los pescadores “salen” a la ciudad. Por lo general, se venden al sur de Puyo. Los fines de semana llegan indígenas y mestizos con pesca de ríos amazónicos. En una hora se acaba todo. La misma situación se vive en las otras ciudades de la Amazonía: Francisco de Orellana (Coca), Tena (Napo) o Lago Agrio (Sucumbíos). Es más fácil conseguir pescados de mar o tilapias que cachamas, bagres o bocachicos.

 

Pese a ser un ‘objeto del deseo gastronómico’ de los lugareños, su consumo es bajo. Burgos y su equipo de trabajo determinaron en 2010, en el estudio ‘Acuicultura rural de pequeña escala’, que “uno de cada cuatro peces que se consumían en la Amazonia eran de río. De los de río, el 15% son de acuicultura”. “Considero que la acuicultura se ha incrementado, pero también la población. Éramos 12 millones y hoy somos 18; el consumo de peces de río será un 20% aproximadamente; el resto llega de la Costa”, concluyó el experto.

 

Esta venta de peces de mar en la Amazonía pudiera interpretarse como una menor presión para pescar especies nativas en los ríos locales. Sin embargo, a criterio de Ricardo Burgos este es no es un aporte real para la conservación: “¿De qué sirve una menor presión a los peces, si la pesca no se regula? No hay zonas de restricción de pesca, no están definidos los tamaños mínimos de captura, ni temporadas de veda, ni monitoreo de la población (de los peces amazónicos)”.

 

Otra muestra de la falta de control y de regulaciones es la presencia de paiches y cachamas, dos especies amazónicas, en los ríos de Guayas (ver nota adjunta). Esto evidencia la presencia de peces amazónicos instalándose en los ríos de la Costa.

 

Comerciante de pescado en Puyo. Venden mayoritariamente pescado de la Costa. Foto: Martín Mantilla para Bitácora Ambiental

 


Laguna de la comunidad El Pilchi, a una hora de Puerto Providencia. Foto: Franklin Vega

 


Piscina de paiches en el restaurante Piraruku, en Lago Agrio. Foto: Franklin Vega

 

 

¿Limbo jurídico?

En Puyo venden mayoritariamente pescado de la Costa como en la fotografía. Foto: Martín Mantilla para Bitácora Ambiental

 

¿Los peces silvestres están en el limbo jurídico? Determinar qué entidad es la responsable de controlar la pesca es una maraña. Las competencias del Ministerio del Ambiente se contraponen con las del Ministerio de Producción, ente responsable de la gestión de los ‘recursos pesqueros’. Así se los conoce: recursos pesqueros.

 

Los peces están catalogados como especies silvestres, e incluso algunos —como el paiche (Arapaima gigas)— requieren de permisos del Ministerio del Ambiente para su crianza y comercialización; y para importar o exportar se deben obtener permisos CITES (Convención sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora Silvestres).

 

Pero ese Ministerio no tiene capacidad de controlar la pesca silvestre ni monitorear las capturas en las áreas protegidas. Y, a partir de 2018, la estructura del Estado cambió, se creó un Ministerio de Pesca, para luego convertirlo en un viceministerio del Ministerio de la Producción. La visión que prevalece es la de los peces como recursos, no como vida silvestre. Esto, pese a que algunos están en peligro de extinción, o bajo convenios internacionales de protección. Además, Ecuador tiene una sanción inédita: la prohibición de la exportación de tiburones a partir de marzo del 2024, por las inconsistencias detectadas en el manejo de la pesca de tiburones.

 

Esta ambigüedad institucional ha pasado factura a la protección de las especies. Un ejemplo amazónico es el control del paiche, uno de los peces más conocidos en la región por su tamaño y por brindar carne de excelente sabor y calidad. En el 2016, los entonces ministerios de Agricultura y el del Ambiente emitieron la ‘Norma técnica para el control de la captura, cría, cultivo y comercialización del Arapaima gigas (paiche)’. Entre otras cosas, establece que: “La cantidad de captura de adultos con propósitos de reproducción será́ de máximo doce (12) individuos silvestres anuales, con tallas entre un metro (1,00 m) y un metro sesenta centímetros (1,60 m) de longitud total”.

 

Sin embargo, los testimonios dan cuenta de la recolección de alevines (crías recién nacidas de los peces) de paiche (que miden 10 a 30 centímetros) en las lagunas de la Reserva de Producción de Fauna Cuyabeno, como Lagartococha; o en el interior del Parque Nacional Yasuní, en Tambococha; y en el río Curaray, en los límites de la Zona Intangible Tagaeri-Taromenane. El último reporte de pesca ilegal en el Yasuní realizado por el MAATE fue en septiembre del 2013, como consta en este enlace: Decomisan 520 kg de carne de especies silvestres (paiche) en el Yasuní.

 

Se presume que esos alevines fueron llevados para centros de reproducción en la parte centro y sur de la Amazonía. Para conocer el origen de los paiches reproductores en los centros de crianza, es indispensable un estudio de ADN, similar a los que se aplican para determinar la paternidad en los humanos. No obstante, el precio de cada análisis superaría los 100 dólares por ejemplar.

 

A pesar de la imposibilidad de controlar en el territorio, el Ministerio del Ambiente emitió, en marzo del 2021, nueve patentes de funcionamiento para los centros de cría y producción sostenible con fines comerciales a la Asociación de Acuicultores de Arapaima Gigas (Asoarapaima). El objetivo oficial era “garantizar la producción sostenible de paiche para satisfacer la demanda nacional del producto”.

 

Sobre el control de la pesca en las áreas protegidas, solicitamos una versión del Ministerio del Ambiente que, hasta el cierre de esta nota, no llegó.

 

¿Por qué la falta de control?

 

La pesca marina representa entre el 90 y 95 % de todo lo que se genera en el país. Todos los esfuerzos de los estamentos están enfocados allá, incluyendo la investigación pesquera, que está a cargo del Instituto Público de Investigación de Acuicultura y Pesca (IPIAP). Pero el IPIAP no tiene recursos suficientes. En el 2021, el presupuesto de esta institución que tiene como misión generar información y conocimiento “científico-tecnológico” para el aprovechamiento de los recursos hidrobiológicos y sus ecosistemas” fue de 1,7 millones de dólares y apenas tiene cuatro técnicos para la investigación de la pesca continental, básicamente en la Costa de Ecuador.

 

Captura de pantalla de la Rendición de cuentas 2021 del IPIAP.


En 2020 se aprobó la Ley de Pesca, que no contempla la pesca continental (no marítima); solo se menciona en el artículo 7, en las definiciones, a los ríos y lagos como espacios bioacuáticos, pero no existe ningún tipo de regulación.

 

El Ministerio del Ambiente no tiene el ‘recurso pesca’ dentro de sus competencias; por lo tanto, sólo puede ejercer cierto control sobre la actividad pesquera en áreas protegidas. Fuera de las áreas protegidas la competencia es de la Subsecretaría de Pesca, del Viceministerio de Pesca del Ministerio de la Producción.

 

En la respuesta recibida del MAATE se indica que realizan controles en puntos estratégicos de la Amazonía, pero no indica nada de forma específica sobre la pesca de con dinamita o barbasco. Reproducimos la respuesta a continuación:

 

La academia suple el vacío oficial

“Se investiga mucho, pero la información es dispersa. Más aún en temas complejos, como la pesca. Estamos elaborando un repositorio para compilar lo investigado en la provincia”, dice Glenda Ortega, directora de Ambiente de la Prefectura de Pastaza.

Ortega sabe de qué habla. Fue subsecretaria de Patrimonio Natural del Ministerio del Ambiente, entre 2021 y 2023. El objetivo de la Prefectura de Pastaza es buscar información sobre temas ambientales que tengan aplicaciones sustentables. “Hay mucha información perdida en informes de consultorías”, recalca Ortega, oriunda de Puyo.

Pedro Jiménez, investigador de la oenegé The Nature Conservancy, llama a este tipo de documentos literatura gris. A diferencia de los estudios científicos, como los realizados por Ricardo Burgos de la Universidad Estatal Amazónica, no aparecen en los listados de revistas especializadas.

Jiménez prepara en TNC una iniciativa similar a la de Ortega en Pastaza, pero en el ámbito nacional. “La situación pesquera en Ecuador es compleja, más por el hecho de que existe poca información y muy dispersa. En este momento existe una especie de inquietud y movimiento entre diferentes organizaciones para tratar esta temática. Nosotros, como TNC, estamos coordinando entre diferentes instituciones la recopilación de información para generar una publicación que compendie los trabajos y estudios que se han hecho sobre la pesquería”.

Al pedir información al Ipiap, la respuesta fue que las últimas investigaciones sobre la pesca en la Amazonía y sus especies datan de 2014. “Por el momento, en la institución los biólogos no están realizando el seguimiento de investigación a esta pesquería. Por lo tanto, no contamos con información actualizada”, comentó un vocero.

 

Captura de pantalla de un "post" del IPIAP en X (antes Twitter)

 

Al revisar la página web del Ipiap sólo se encuentran siete fichas de peces amazónicos y una publicación en la red social X (antes Twitter), que informa sobre el paiche (foto).

Burgos es optimista y señala que cuentan con científicos y profesionales capacitados. “En Ecuador hay investigadores en temas pesqueros con un nivel excelente”. Pero señala que se deben enfocar de otra forma los estudios sobre la pesca en la Amazonía.

“Los monitoreos no están bien hechos, son fotografías temporales y en el tema de pesca se necesitan ciclos de por lo menos 10 años. Lo anual son los ciclos migratorios, pero hay variables en el flujo hídrico y más con el calentamiento global, que deben considerarse”.


El investigador añade que hay fluctuaciones de poblaciones que varían de forma amplia. Por ejemplo, “una especie puede disminuir su población y recuperarse al tercer año y al cuarto disminuir otra vez, y otra vez crece al quinto. Estas estadísticas de fondo de valores ecológicos naturales no las tenemos en Ecuador”.

La información, que los científicos e investigadores llaman dura, la interpretan o traslapan con los estudios de Brasil, que tiene análisis profundos en pesca, más información incluso que Perú.

 

Peces amazónicos invaden el río Daule

Raúl Mejía Mata con una cachamas pescadas en el río Daule, un paiche en una red de una finca cerca del río Daule y un pescador aficionado con una cachama. Fotos: Raúl Mejía.

 

Hace 15 años, una persona liberó 15 paiches en la represa Daule Peripa, ubicada 160 kilómetros al norte de Guayaquil, donde el agua cubre 27.000 hectáreas. El objetivo de la liberación fue tener peces para comerlos. Esta es la versión no oficial —relatada por un vecino del río— de la presencia del pez amazónico en el Daule, que es considerada una especie no nativa o introducida en la Costa. Por su rápido crecimiento y voracidad desplaza las especies nativas o las depreda. También hay reportes de fincas que cultivan paiches en la Costa. En una búsqueda en internet se pueden encontrar con facilidad seis. Un ejemplo es una finca cerca del río Pilaló, a 10 minutos de Quevedo, en Los Ríos. Se importaron desde Perú seis paiches en el 2010 y entonces empezó todo. Su propietario es chino.

Raúl Mejía Mata, pescador y presentador del programa Aventura Extrema Ecuador, afirma que la población de cachamas en el río Daule ha crecido lo suficiente para pescarlas con frecuencia. “Detectamos a estos peces de la Amazonía desde hace 10 años, aproximadamente. Suponemos que se escaparon de una finca. Desde entonces, no ha parado de aumentar su población”.

Mejía publica con frecuencia videos de la pesca de esta especie amazónica y afirma que este pez ha cambiado sus hábitos alimenticios. “En la Amazonía se pescan cachamas hasta con frutas, son omnívoros; pero, para atraparles en el río Daule, hay que utilizar carne, por lo general es hígado de cerdo. No pican con otra cosa”.

En julio del 2022, investigadores del Ipiap, en un muestreo biológico de peces de río aguas continentales en Salitre, Balzar y Daule, Guayas, reportaron la presencia de especies introducidas como tilapia y cachama.   

 


Una muestra de la importancia que el Ministerio de Producción, Comercio Exterior, Inversiones y Pesca otorga al estudio de la cachama está en el Plan Operativo Institucional del 2021. En el documento se menciona tres veces a la especie cachama; en dos, el presupuesto asignado es cero y en una es de 2.500 dólares, destinados a la edición de un informe del Centro de Reproducción de Cachama.

Burgos, el investigador de la Universidad Estatal Amazónica, alerta que la presencia de estas especies amazónicas es un peligro para los ecosistemas de la Costa. “En la Amazonía la cachama y el paiche tienen depredadores naturales; en los ríos de la Costa, no. Por su comportamiento y su crecimiento rápido, son una amenaza para la fauna nativa. Se debería erradicarlas de forma inmediata.

Burgos recalca que incluso en la Amazonía de Bolivia hay reportes de paiches como una especie invasora. “No estaban presentes y ahora ya se los considera un problema. Incluso en Florida, Estados Unidos, han encontrado paiches; es decir, han soportado en invierno… Son un problema para áreas protegidas, como los Everglades”.

 

Pesca deportiva en ríos de la Amazonía

Pesca deportiva de bagres en el río Pastaza, Juan Carlos León está al centro. Foto 2 Concurso de pesca deportiva en Shell. Fotos: Juan Carlos León.

 

Ante la pregunta de si se pesca con barbasco o dinamita en Pastaza, Juan Carlos León, presidente del Club de Pesca Extrema Pastaza, responde: “Lamentablemente, sí”. Esta organización agrupa a 150 personas, que se dividen en subgrupos de entre 3 y 6 personas que pescan con frecuencia. Su grupo se llama ‘River Monster’. La ventaja del club, afirma León, es que tienen espacio para motivar una pesca responsable.

“No pescamos hembras ni juveniles. Cuando capturamos una, la liberamos de inmediato. Las reconocemos porque en la parte ventral tienen una protuberancia, como un pupo”. También proporciona indicios sobre el estado de los ríos amazónicos. “Con toda la minería en el río Napo, ya no hay peces, el río está muy contaminado. Por esto, vamos cada vez más lejos; para pescar en el Pastaza, por ejemplo, debemos viajar 8 horas desde Puyo”.

“No hemos visto que el Ministerio del Ambiente realice ningún control sobre la pesca con dinamita o barbasco”, comenta, y añade que algunas comunidades utilizan trasmallo (red de pesca) y recogen hasta 25 quintales de pescado (unos 500 kilos), que no pueden aprovechar y se desperdicia.


Este reportaje se realizó como parte de la segunda edición del InvestigaTour Ecuador, organizado por Fundamedios, con apoyo y acompañamiento de The Nature Conservancy (TNC), Convoca Perú, Ecociencia y MapBiomas Amazonía.

 

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