En un recorrido por el Napo y las comunidades cercanas al Parque Nacional Yasuní, no se registró la captura de paiches paiche (Arapaima gigas) durante una semana de mayo. Los pescadores y comerciantes de pescado de Francisco de Orellana respondieron “el paiche está protegido, no se lo pesca ni se vende”. Afirmaron estar advertidos sobre el control que realiza el Ministerio del Ambiente.
Este reportaje se produjo con el apoyo de Earth Journalism Network
Escultura de un paiche (Arapaima gigas) de tamaño natural en el parque central de Tiputini. En la orilla del río Napo. Foto: Franklin Vega
A las cuatro de la tarde, Jonathan Espinoza sale de su casa y toma sus aparejos de pesca. A 20 metros de su puerta están dos árboles de tres metros de alto, que localmente les llaman Llucso, que hacen las veces de pilares de amarre en el pequeño muelle en el río Payamino (afluente del Napo) donde está amarrada su canoa, de 5 metros de largo y hecha de fibra de vidrio “dura y resiste más que las de madera”, dice Espinoza. Su casa está en Francisco de Orellana, popularmente conocida como El Coca, la capital de la provincia con el mismo nombre, en la Amazonia del Ecuador.
Una vez a bordo, enciende su motor fuera de borda y avanza a sus caladeros de pesca primero por el río Payamino y luego por el caudaloso Napo. El viaje es lento, los 30 Hp (caballos de fuerza) de su motor no le proporcionan fuerza suficiente para surcar la corriente color café con leche que baja con fuerza. Navega cerca de las orillas y está atento a las olas creadas por los botes rápidos. “Esta época de lluvias ha sido difícil, el río con grandes crecidas no ayuda, los peces tienen dónde esconderse”, dice Espinoza.
El viaje sigue con el vaivén intermitente de las olas y el sonido del agua golpeando el casco y con el de los grillos que marcan un susurro constante de tonos irregulares. A ratos se distinguen siluetas de aves nocturnas y de murciélagos pasando cerca de la embarcación. “Navego hasta cuatro horas para llegar a los sitios donde ponemos las redes o dejamos los anzuelos. A veces acampamos cerca y regresamos a recoger la pesca al día siguiente; regresamos con los que cogemos hasta el mediodía”, relata Espinoza. Durante el trayecto comenta que descubrió su vocación por la pesca por su suegro, uno de los 22 pescadores de El Coca. “Me casé y empezó a invitarme a pescar (hace un leve énfasis en la palabra invitar) así poco a poco me gustó y ahora así me gano la vida. Además, pesco con mi esposa y podemos criar a nuestros hijos”.
Acto seguido, muestra con orgullo un video en el celular de cómo capturaron un bagre de 115 libras hace algunas semanas; ese pescado se vendió a 200 dólares.
Jonathan Espinoza, pescador de Francisco de Orellana (El Coca) en su canoa en el río Payamino, afluente del Napo. Foto: Franklin Vega
Al preguntarle por el paiche (Arapaima gigas), responde “ese pez está protegido, no lo pescamos desde hace años” y mira al periodista con cierta condescendencia. La pregunta por el segundo pez con escamas más grande del mundo que puede alcanzar tres metros de largo es solo una anécdota para Espinoza. Agrega: “al paiche se le encuentra poco por el río Napo, se lo pesca más en lagunas y en las bocanas de los ríos… Vaya a Tiputini o Nuevo Rocafuerte (al extremo oriental del Ecuador, en la frontera con Perú), por allí sé que pescan paiches, pero en las lagunas dentro de la selva”.
Ante la insistencia de dónde encontrar paiches, Espinoza relata que había un paiche en el río Payamino, aguas arriba de su casa, pero que al parecer ya lo capturaron. Ante la pregunta de cómo sabía que era un paiche la respuesta asombra: “por las noches se escuchaba como un planazo (golpe seco de un machete) o el golpe de un remo en el agua, sabíamos que era el paiche cazando. Primero les golpea con la cola y luego se come a los pescados”.
Espinoza no quiere decir quién pescó el paiche del río Coca, pero como es un pueblo pequeño sabe que el enorme pez ya no está. Por las lluvias fuertes, esa jornada termina en la noche y decide regresar a su casa. “Con los aguaceros no se coje nada, eso suele durar hasta septiembre”, dice con resignación.
Al día siguiente la búsqueda del paiche ahora se enfoca en los restaurantes de El Coca. En tres ofrecen platos con paiche, pero aclaran que proviene de un criadero en Lago Agrio que también es un restaurante temático el Pirarucu. Al preguntar a los comerciantes de pescado por ese tipo de pez, la respuesta fue la similar “es una especie protegida, no lo compramos ni vendemos en Coca”. Los seis vendedores consultados repitieron lo mismo. Solo una propietaria de una pensión del Coca reconoció que existía comercialización de paiche silvestre. “Venden solo a conocidos de algunos pescadores y pasan el mensaje en un grupo de WhatsApp y cada uno reserva; dicen que les traen cerca del Yasuní (Parque Nacional Yasuní)”.
Hasta el cierre de esta edición, no tuvimos confirmación de la venta de paiches en El Coca mediante redes sociales a pesar de realizar llamadas semanales.
¿Por qué buscar y escribir sobre el paiche?
Paiche preservado en el Museo Historia Natural de Viena (Naturhistorisches Museum) Viena, Austria. Tiene esta leyenda: "Pirarucú - el guerrero sin corazón Para los indios del Amazonas, es el hijo de un jefe que fue golpeado por los dioses y convertido en un pez enorme. La ciencia lo llama Arapaima gigas y al menos confirma que es "enorme". Foto: Franklin Vega
En la Amazonia Brasileña al Paiche le llaman Pirarucu. Según una leyenda, Pirarucú era un bravo guerrero, pero cruel, vanidoso, egoísta y orgulloso de su poder, todo un déspota. Un día ejecutó a toda una aldea sin motivo. También Pirarucú criticaba a los dioses y ellos cansados de su comportamiento lo castigaron con fuego, rayos y lluvias torrenciales. Uno de los rayos alcanzó al joven guerrero quien se negó a pedir perdón y fue lanzado aún vivo al río, allí se convirtió en un pez enorme, cazador despiadado que siguió aterrorizando a los indígenas. Nunca se vio nuevamente al guerrero, solo al pez con escamas rojizas.
El paiche en su hábitat natural puede alcanzar hasta 3 metros de longitud y 250 kg de peso. WCS
Más allá de la leyenda, la verdadera maldición del paiche es su sabor, que su carne no tiene espinas pequeñas y es bajo en grasa. En Nuevo Rocafuerte los pescadores peruanos ofrecen filetes de paiche salado y lo comparan con el bacalao. Por esto se la considera la especie más demandada en la Amazonia de Perú, Brasil y Ecuador.
El paiche ha pasado de estar en peligro de extinción por su pesca excesiva a ser una especie invasora. Se ha registrado en los ríos de Bolivia o en la Represa Daule Peripa en Ecuador. Es un pez agresivo con una tasa de crecimiento alta que se adapta bien al cautiverio y el Ministerio del Ambiente tiene regulaciones específicas para su manejo, pero no se disponen de datos ni de su población aproximada ni de la producción en cautiverio.
En la Amazonía del Ecuador el paiche está protegido, pero es víctima de la pesca ilegal en el Parque Nacional Yasuní. Por lo menos así lo denuncian los pescadores ecuatorianos, que tienen a la pesca como una actividad secundaria, para sus días libres y como una actividad que les permite obtener proteínas. En el lado peruano, hay pescadores profesionales que viven de la pesca. En este reportaje buscamos responder cuanto paiche se pesca en la Amazonía y no existen datos disponibles, lo que sí constatamos es que el control del Ministerio del Ambiente es casi una leyenda en el río Napo, pero los pescadores se han autoregulado y saben que entre abril y julio el paiche se reproduce y no se debe pescar. También constatamos el trabajo de WCS con los pescadores de El Coca.
Capturas de pantalla de Google Earth con la ubicación de El Coca, Tiputini y Nuevo Rocafuerte en la Amazonia del Ecuador.
En Tiputini, dos pescadores abastecen las fiestas de pescado
Rigoberto Alomía pesca desde hace 40 años, muestra un paiche rayado pescado en el río Napo. Vive en Tiputini y en las fiestas del cantón es quien abastece de pescado para alimentar a los asistentes. Foto: Franklin Vega.
La siguiente parada en busca del paiche fue Tiputini, un pequeño pueblo en las orillas del Napo que está a cuatro horas en lancha rápida de El Coca o a 10 en el bote municipal. Tiputini antes sirvió de base para el entretenimiento de los trabajadores petroleros de los bloques 31 y 43 (el conocido ITT, el bloque Ishpingo Tambococha Tiputini, que debe ser desmantelado por una sentencia de la Corte Constitucional).
Desde la pandemia, las empresas prohibieron a los funcionarios salir al pueblo a divertirse en bares, cantinas y restaurantes… Por sus calles adoquinadas se encuentran varios establecimientos cerrados, al punto que solo hay un pequeño asadero donde comer por las noches. Entre los comensales hay unos pocos militares del Batallón de Selva N.° 57 Montecristi, asentado desde 1947 en lo que antes era la hacienda La Victoria, el origen del centro poblado.
Un bagre recién pescado en el río Napo. Foto Franklin Vega
En este pueblo a 22 kilómetros de la frontera con Perú y ubicado entre la Reserva de Producción Fauna Cuyabeno y el Parque Nacional Yasuní solo hay dos pescadores entre sus dos mil habitantes. Rigoberto Alomía es uno, pesca desde hace 40 años. Don Rigoberto trabaja en el Municipio de Aguarico, pero en las fiestas del cantón deja el overol de mecánico de motores fuera de borda y sale a pescar con un compañero. Entre los moradores del pueblo son legendarios sus bagres de más de cien libras. “Con tres o cuatro pescados grandes tienen comida para todo el pueblo”, relata Líber Macías, un ingeniero agrónomo y vecino de Tiputini desde hace tres años.
“Vengo de una dinastía de pescadores mi padre me enseñó dónde buscar los pescados, según el aguaje que hace el pez, se sabe qué pescado se capturará. La pesca buena es a partir de agosto, cuando llegan los mijanos (migraciones anuales para desovar). Se encuentran motas, bocachicos, bagres, palometas…” afirma Alomía quien maneja con destreza el arpón, anzuelo, redes, “pesco con lo que tenga a mano”.
“La pesca es difícil y complicada, pocos sabemos pescar con atarraya, se necesita fuerza para lanzar la red que pesca más de 20 libras y eso gusta a muy pocos. Hace unos 25 años, cuando todavía no ingresaba el Ministerio del Ambiente, la pesca era libre. Ahora pescamos con restricciones. Los pocos que sabemos tenemos conciencia de lo que sacamos del río”, advierte con severidad.
Comerciante de pescado en Francisco de Orellana (El Coca). Foto: Franklin Vega
Ante la pregunta de cuantos paiches pesca, la respuesta parece ensayada con los pescadores de El Coca: “el paiche es prohibidísimo pescar, primero porque está en peligro de extinción, luego porque el Ministerio del Ambiente no lo permite”, suelta de forma automática. Los relatos de sus vecinos con paiches enormes no están en sus registros, solo dice “antes sí se pescaba, ahora no”.
La respuesta de Alomía contrasta con las acciones oficiales del Ministerio del Ambiente, Agua y Transición Ecológica (MAATE). El último reporte de pesca ilegal en el Parque Nacional Yasuní (PNY) fue en septiembre del 2013 como consta en este repote: Fuerzas Armadas del Ecuador, decomisó 476 libras de carne de Paiche (Arapaima gigans) y 44 libras de carne de caimán (Paleosuchus trigonatus)
En una publicación anterior alertamos sobre la falta de control en la pesca amazónica, incluso con el uso de agroquímicos nocivos para la salud, pero no hubo respuesta oficial de las autoridades. Ante este panorama, la esperanza para el control de la pesca es la auto regulación.
Alomía afirma que han adoptado varias medidas por convicción y por temor a una eventual acción de los guardaparques: “Tenemos límites de pesca, ya no capturamos lagartos, tortugas de agua, el paiche, manatí. Son especies que no debemos capturarles sino preservarles. Antes matábamos manatíes por el aceite y con la carne hacíamos fritada que era sabrosa”.
Sin embargo, reclama por la pesca ilegal que hacen los pescadores peruanos. Sabemos que entran a las lagunas del Yasuní a pescar e incluso vienen al pueblo a ofrecer paiche salado. “¿A ellos quién los controla? Los peruanos entran y se llevan lo que pueden, allí no está el Ministerio del Ambiente ni los militares”, replica.
Alomía agrega que en Lagarto Cocha es común encontrar pescadores de Perú con pescados del Ecuador, pero resalta que “ellos (los pescadores de Perú) tienen una restricción; entre mayo y julio no pescan paiches porque están en veda, están incubando”.
Pedro Jiménez, investigador de la oenegé The Nature Conservancy, explicó que la pesca es una actividad marginal en los ríos de la Amazonia del Ecuador. “Quienes se dedican a la pesca son agricultores o trabajadores que en sus tiempos libres pescan. Mientras que en Perú sí hay pescadores que esa es su principal actividad productiva”. Esta es una de las explicaciones para la presencia de pescadores peruanos en los ríos y lagunas de la Amazonia ecuatoriana, eso unido a que los controles son esporádicos.
Una de las decenas de gabarras que surcan el Napo todos los días. Transportan vehículos e insumos para la industria petrolera. Foto: Franklin Vega
¿Pesca Ilegal No Declarada y No Regulada #INDNR de paiche?
El paiche está catalogada como una especie con Datos Insuficientes (DD) en la Lista Roja de la UICN, por “la información inadecuada para hacer una evaluación directa, o indirecta, del riesgo de extinción basándose en la distribución o condición de la población”, según WCS. Además, la ONG añade que algunos estudios indican que la principal amenaza para el paiche es la sobrepesca hasta que en 1970, estuvo “comercialmente extinto en las proximidades de las principales ciudades de la Amazonía”.
Para el caso del Ecuador, Ricardo Burgos, investigador de la Universidad Estatal Amazónica, publicó en diciembre 2022 algunos datos que evidencian la pesca ilegal de paiches en la Amazonia, concretamente en las áreas protegidas. “En el período 2010 – 2020, las áreas protegidas RPFC y PNY controladas por el Ministerio del Ambiente, se reportan 13 registros de incidentes de pesca ilegal, cuatro por el desalojo de artes de pesca relacionados a su captura y otros tres involucran decomiso directo de paiche; mientras que MAATE de Pastaza informó de un decomiso de un lote de 60 alevines sin guía de transporte, realizado el 2016; y, que por su heterogeneidad de tamaño y poca aceptación de alimento artificial se presume como provenientes del medio silvestre”.
El estudio se llama “Diagnóstico y plan de gestión pesquera para el aprovechamiento responsable y sostenible del paiche en la Amazonía ecuatoriana” y está disponible en el enlace.
¿No se pescan paiches porque están protegidos o porque ya no hay?
¿Cuál es la población de paiches en los ríos amazónicos? La respuesta no la tiene ni las autoridades ni la academia. Según un funcionario del Instituto Público de Investigación de Acuicultura y Pesca (IPIAP) que es la entidad oficial para generar datos de pesca, no se dispone de información oficial sobre el estado poblacional de los paiches en el Ecuador ni estadísticas sobre su cultivo.
Sobre la pesca de paiche, Burgos indicó en su estudio que se tienen mayores datos de Brasil, donde por ejemplo en Santarem se estima que el 77% de los desembarques en 2010 fueron ilegales. Se puntualiza que “en el período 1992 a 2017 determinó que el paiche aporta con el 60% del total de las aprehensiones ilegales en la cuenca Amazónica de Brasil, con una notable disminución después de la aplicación del marco legal para períodos de vedas y un monitoreo constante”.
La disminución de reportes de pesca ilegal en los ríos amazónicos puede obedecer, apunta Burgos, también a que en el 2017 se eliminó la Inspectoría de pesca en la Amazonía junto con la fusión del Ministerio de Acuacultura y Pesca al de Agricultura para luego trasladar las competencias de la pesca al ministerio de Producción.
Durante el viaje de campo no se observó ningún operativo de control del Ministerio del Ambiente ni en el muelle de Francisco de Orellana ni en las comunidades donde la lancha realizaba paradas. Al preguntar a los vecinos del río, todos coincidían que los guardaparques del Parque Nacional Yasuní no han sido vistos en meses.
Extraoficialmente los funcionarios de ese ministerio comentaron que no disponen de recursos ni herramientas (combustible, dinero para subsistencias y canoas) para realizar recorridos en el Parque Nacional.
Los peces migratorios son registrados por ‘científicos ciudadanos’
Durante la entrevista con Jonathan Espinoza, hizo una pausa al regresar a su casa. Sacó su teléfono celular y tomó una foto a una lisa que mantiene en su canoa como carnada viva en un pequeño compatimento. “Es para Ictio. Aquí apunto lo que pesco (la especie), el lugar, la fecha y el peso”.
La aplicación del celular se llama ICTIO y a Espinoza le sirve para registrar la pesca y mantener un control de sus faenas en el río. Esta aplicación para celulares también es una base de datos creada para registrar las especies que capturan los pescadores de la Amazonia y a la vez aportar con datos sobre los movimientos migratorios de los peces. “El proyecto busca entender cómo funcionan las migraciones de peces en la Cuenca Amazónica y qué factores ambientales influyen sobre estas migraciones”, explicó un técnico de WCS en Coca.
Al buscar al paiche en Ictio aparece el registro de Hernan Bucheli del 2022, pescado en río Curaray. En total aparecen 613 registros con fotografías de peces: carachamas, lisas, bagres, pirañas… Espinoza afirma que ICTIO le sirve y funciona sin internet, "cuando llego a casa me conecto y la información se envía". El pescador de Coca es uno de los usuarios llamados “científicos ciudadanos” por ICTIO que aportan para entender cómo migran los peces. Esta iniciativa es parte del Proyecto Ciencia Ciudadana para la Amazonía, The Cornell Lab of Ornithology, WCS y Gordon and Betty Moore Foundation.
Segunda entrega, cómo la comunidad de Sinangoe maneja los paiches.
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